Conjunto escultórico representativo del estilo manierista, es una de
esas raras obras inéditas de la Iglesia Peruana en Huancavelica.
Una de las iglesias más antiguas del Perú, se halla emplazada en
la ladera de un majestuoso cerro denominado Qaullapa.
El templo contiene el conjunto escultórico más representativo del estilo
manierista en la zona andina y es una de esas raras obras inéditas de la
Iglesia Peruana en Huancavelica. Dicho conjunto comprende la fachada principal,
el retablo mayor, el púlpito, el coro y quizás algunos de los retablos
laterales, todo ello debido a un maestro, buen conocedor del lenguaje
decorativo y ornamental del citado estilo, que trabajo ahí en los últimos años
del siglo XV y primeros del siguiente. La Iglesia, de considerable tamaño,
cuenta con tres naves bien diferenciadas se halla emplazada en la ladera del
majestuoso cerro Qaullapa y ante ella se extiende un amplio atrio sobre elevado,
con un pretil, muro de contención y escalinata de ingreso en número de 12
peldaños y que cada una representa a un apóstol; estas partes y la fachada son
sillería a diferencia de los muros de la nave que son de mampuesto.
Tiene un amplio atrio sobre elevado, con un pretil, muro de contención y
escalinata de ingreso en número de 12 peldaños y que cada una representa a un
apóstol.
En este macizo edificio contrastan, por su despojamiento las dos
vigorosas torres con las partes talladas, dichas torres que parecen ser
posteriores y que apenas sobrepasan la altura del imafronte, están compuestas
por tres cubos superpuestos, de tamaño creciente que rematan en cupulines
semiesféricos por delgados pináculos. El interés del observador se encuentra en
la fachada, particularmente en el tratamiento de los elementos decorativos ya
que la composición es sencilla y en general no difiere de otras similares, es
de dos cuerpos, el interior con la puerta de ingreso y dos paredes de columnas
que la flanquean, mientras que el superior que enmarca la ventana del coro,
remata en un imafronte trapecial, bastante curioso, cuya cúspide coincide con
la unión de las vigas de una cubierta moderna de calamina; limitan lateralmente
la puerta columnas altas, delgadas y con estrías que se elevan de a pares en
una base común, tienen como capiteles cuatro series superpuestas de hojas
indiferenciadas y vueltas sobre sí, que vistas desde lejos recomponen la forma
de un prisma. Esos curiosos capiteles que recuerdan muy lejanamente al orden
compuesto soportan una moldura ubicada donde de ordinario está el arquitrabe y
de la cual pende, por encima de la puerta, un extraño motivo dentado que luego
se verá repetido en el púlpito; no existe el friso y en su lugar hay otra moldura
rehundida y con perlas, sobre la cual corre una recia y ancha cornisa con
dentículos de modo lo que debería ser el entablamento se ha convertido en una
sucesión de resaltes horizontales que dibujan fuertes contrastes de luces y de
sombras, dos cartones establecen la transición entre la portada y el muro
plano, motivos éstos que encontraremos nuevamente en el retablo mayor y en el
púlpito.
El segundo cuerpo guarda los lineamientos generales del anterior, pero
es más simple, llama nuestra atención en esa parte los dos Hermes ubicados en
las mismas líneas de las columnas y a ambos lados de la ventana, como en casos
similares la parte superior de dichos soportes es antropomorfa pero éstos se
destacan por sus rústicas cabezas, casi caricaturescas y sus brazos cortos con
manos tan pequeñas que parecen muñones, una amplia camisola disimula la
inserción del inserción del estípide tronco piramidal que es facetado y con
motivos incisos en cada cara. La ventana del coro, rectangular se destaca en el
ancho marco que la rodea por tres de sus lados, cuyos contornos están
recorridos por molduras similares a las de la puerta, repitiéndose la guarda de
pequeños cubos con rehundimiento central tallada en el borde de las jambas que
también veremos en el retablo mayor; entre este segundo cuerpo y el imafronte,
hay una vigorosa modenatura, más ancha que la del cuerpo inferior, pero
compuesta de modo parecido.
El interior del templo - Iglesia de Conayca, consta de una sola nave
dispuesta en dos niveles a causa de la pendiente del terreno, pues el socorro
está en uno más bajo que el resto del recinto, parte a la cual se accede por
medio de tres gradas. A juzgar la nave y el presbiterio están separados como es
habitual en las Iglesias peruanas de esa época por un arco triunfal de
sillería. También pareciera que hay una capilla sobre el lado derecho y una
puerta a los pies que permite el acceso al coro; esta parte presenta la típica
forma de la U y está sostenida curiosamente por seis pilares escuadrados y con
estría que culminan en zapatas de perfil muy complejo y similar al de los canes
que reciben la plataforma, la baranda está formada por una serie de balaustres,
cuyo diseño corresponde al gusto de la décima sexta centuria, época en que fue
erigida la iglesia, dichos balaustres están dispuestos de a pares,
correspondiendo a una ligera y elegante arcatura que repite el conocido esquema
paladiano.
Admiramos luego el retablo principal de composición atípica pues los dos
cuerpos divididos en tres calles subdivididas a su vez en panales superpuestos
con bustos de alto relieve; lo irregular de la traza se acentúa por la ubicación
de la hornacina principal en el medio de la calle del centro y por el
tratamiento de ésta, distinto del resto del conjunto; también nos llama la
atención el escaso volumen de las columnas hasta tal punto que el retablo más
que un organismo arquitectónico pareciera ser una combinación de planos.
Tampoco es frecuente en América, aunque si en España la forma otorgada
al ático ya que hay en él una gran caja rectangular que alberga un Calvario
cuyo crucifijo es de tamaño natural, tiene a los lados los grandes roleos que
habitualmente rematan ese sector; todo se eleva sobre una banco que determina
el escaso movimiento del conjunto, es ahí donde podemos constatar la calidad
poco común de la talla; hay en dicha parte un busto de Santo Domingo leyendo un
libro rodeado por una guarda de pequeños cubos rehundidos en el centro igual a
las que ya hemos señalado en la fachada, el citado relieve está dentro de una
tarja de roleos acartonados sostenida por dos ángeles desnudos y de inspiración
clásica, otras dos tarjas con inscripciones, se ven en los cubos que soportan
algunas de las columnas, mientras que el resto de esta parte está ricamente
ornato con medallas que reservan cabezas de querubines, orlas vegetales,
pájaros, etc. Todo ello con policromía y de un gusto muy depurado.
La pieza más notable del conjunto es el púlpito que se puede considerar
sin ambages como el más importante ejemplar del estilo manierista en América,
su planta es hexagonal y está fijado a uno de los pilares del arco triunfal que
separa la nave del presbiterio , por lo cual se han trabajado cinco caras de la
tribuna y en cada una de ellas hay otras tantas figuras de bulto, cortadas un
poco más debajo de la cintura y dentro de cajas separadas por cartones, dichas
esculturas representan una a Cristo en Majestad, bendicente y sosteniendo el
orbe y los Arcángeles las otras con las cuales se organizan un conjunto de
excepcional iconografía.
Un pormenor de la taza nos permite ver la bellísima figura de San Rafael
con las manos puestas en oración, su túnica totalmente dorada y sembrada de
pequeños motivos esgrafiados de acuerdo al modo de policromar muy difundido en
la imaginación española del siglo XVI, le sigue la de San Gabriel que con la
mano derecha en alto indica el cielo, un casquete a gajos termina la tribuna
por la parte inferior y todo el conjunto está sostenido por una fina columna
abalaustrada, elemento este poco usada en el Perú , el tornavoz y la taza están
unidos por un dosel donde aparece el busto de un Santo Obispo bendicente, de
tal volumen y desarrollo que cuesta imaginar cómo el predicador podía cumplir
con su cometido; la ornamentación del púlpito es idéntica a la del retablo
mayor i similar a la de la fachada, pues en ellos aparecen los mismos cartones
los tan curiosos motivos dentados, las gradas de pequeños cubos, las tarjas con
roleos acartonados, agallones follaje y festones.
Respecto de las demás obras que completan el mobiliario litúrgico, poco
nos informan, pero sin embargo es posible comprobar la existencia de dos
retablos en al parte del presbiterio a ambos lados del altar mayor y otros
tantos en el muro de la derecha(mirando hacia la puerta)y en la parte destinada
a los fieles, poco se puede decir de ellos a excepción de uno de los citados en
primer término, que pareciera ser de muy buena factura y de la misma época que
el principal, se constata una escasa pintura, policrómica, tan solo en los
lienzos que tienen un valor valioso que proceden de las escuela de bellas artes
del Cuzco, más por el contrario se ve la pintura generalizada a base de oro
líquido todos los retablos, púlpito; de igual modo se observan una serie de
imágenes a los lados de la entrada, cuenta con unas campanas de extraordinario
sonido que alcanza kilómetros de diámetro, la estructura de la obra está a base
de piedras de naturaleza ígnea, impregnadas o sentadas en calicanto, mortero
equivalente al concreto en el día de hoy, que soportó intacto una serie de
movimientos sísmicos especialmente de la década 40.
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