lunes, 9 de febrero de 2015

TEMPLO SANTÍSIMA TRINIDAD



IGLESIA SANTÍSIMA TRINIDAD DE CONAYCA
Conjunto escultórico representativo del estilo manierista, es una de esas raras obras inéditas de la Iglesia Peruana en Huancavelica.
Una de las iglesias más antiguas del Perú, se halla emplazada en la ladera de un majestuoso cerro denominado Qaullapa.
El templo contiene el conjunto escultórico más representativo del estilo manierista en la zona andina y es una de esas raras obras inéditas de la Iglesia Peruana en Huancavelica. Dicho conjunto comprende la fachada principal, el retablo mayor, el púlpito, el coro y quizás algunos de los retablos laterales, todo ello debido a un maestro, buen conocedor del lenguaje decorativo y ornamental del citado estilo, que trabajo ahí en los últimos años del siglo XV y primeros del siguiente. La Iglesia, de considerable tamaño, cuenta con tres naves bien diferenciadas se halla emplazada en la ladera del majestuoso cerro Qaullapa y ante ella se extiende un amplio atrio sobre elevado, con un pretil, muro de contención y escalinata de ingreso en número de 12 peldaños y que cada una representa a un apóstol; estas partes y la fachada son sillería a diferencia de los muros de la nave que son de mampuesto.
Tiene un amplio atrio sobre elevado, con un pretil, muro de contención y escalinata de ingreso en número de 12 peldaños y que cada una representa a un apóstol.
En este macizo edificio contrastan, por su despojamiento las dos vigorosas torres con las partes talladas, dichas torres que parecen ser posteriores y que apenas sobrepasan la altura del imafronte, están compuestas por tres cubos superpuestos, de tamaño creciente que rematan en cupulines semiesféricos por delgados pináculos. El interés del observador se encuentra en la fachada, particularmente en el tratamiento de los elementos decorativos ya que la composición es sencilla y en general no difiere de otras similares, es de dos cuerpos, el interior con la puerta de ingreso y dos paredes de columnas que la flanquean, mientras que el superior que enmarca la ventana del coro, remata en un imafronte trapecial, bastante curioso, cuya cúspide coincide con la unión de las vigas de una cubierta moderna de calamina; limitan lateralmente la puerta columnas altas, delgadas y con estrías que se elevan de a pares en una base común, tienen como capiteles cuatro series superpuestas de hojas indiferenciadas y vueltas sobre sí, que vistas desde lejos recomponen la forma de un prisma. Esos curiosos capiteles que recuerdan muy lejanamente al orden compuesto soportan una moldura ubicada donde de ordinario está el arquitrabe y de la cual pende, por encima de la puerta, un extraño motivo dentado que luego se verá repetido en el púlpito; no existe el friso y en su lugar hay otra moldura rehundida y con perlas, sobre la cual corre una recia y ancha cornisa con dentículos de modo lo que debería ser el entablamento se ha convertido en una sucesión de resaltes horizontales que dibujan fuertes contrastes de luces y de sombras, dos cartones establecen la transición entre la portada y el muro plano, motivos éstos que encontraremos nuevamente en el retablo mayor y en el púlpito.
El segundo cuerpo guarda los lineamientos generales del anterior, pero es más simple, llama nuestra atención en esa parte los dos Hermes ubicados en las mismas líneas de las columnas y a ambos lados de la ventana, como en casos similares la parte superior de dichos soportes es antropomorfa pero éstos se destacan por sus rústicas cabezas, casi caricaturescas y sus brazos cortos con manos tan pequeñas que parecen muñones, una amplia camisola disimula la inserción del inserción del estípide tronco piramidal que es facetado y con motivos incisos en cada cara. La ventana del coro, rectangular se destaca en el ancho marco que la rodea por tres de sus lados, cuyos contornos están recorridos por molduras similares a las de la puerta, repitiéndose la guarda de pequeños cubos con rehundimiento central tallada en el borde de las jambas que también veremos en el retablo mayor; entre este segundo cuerpo y el imafronte, hay una vigorosa modenatura, más ancha que la del cuerpo inferior, pero compuesta de modo parecido.
El interior del templo - Iglesia de Conayca, consta de una sola nave dispuesta en dos niveles a causa de la pendiente del terreno, pues el socorro está en uno más bajo que el resto del recinto, parte a la cual se accede por medio de tres gradas. A juzgar la nave y el presbiterio están separados como es habitual en las Iglesias peruanas de esa época por un arco triunfal de sillería. También pareciera que hay una capilla sobre el lado derecho y una puerta a los pies que permite el acceso al coro; esta parte presenta la típica forma de la U y está sostenida curiosamente por seis pilares escuadrados y con estría que culminan en zapatas de perfil muy complejo y similar al de los canes que reciben la plataforma, la baranda está formada por una serie de balaustres, cuyo diseño corresponde al gusto de la décima sexta centuria, época en que fue erigida la iglesia, dichos balaustres están dispuestos de a pares, correspondiendo a una ligera y elegante arcatura que repite el conocido esquema paladiano.
Admiramos luego el retablo principal de composición atípica pues los dos cuerpos divididos en tres calles subdivididas a su vez en panales superpuestos con bustos de alto relieve; lo irregular de la traza se acentúa por la ubicación de la hornacina principal en el medio de la calle del centro y por el tratamiento de ésta, distinto del resto del conjunto; también nos llama la atención el escaso volumen de las columnas hasta tal punto que el retablo más que un organismo arquitectónico pareciera ser una combinación de planos.
Tampoco es frecuente en América, aunque si en España la forma otorgada al ático ya que hay en él una gran caja rectangular que alberga un Calvario cuyo crucifijo es de tamaño natural, tiene a los lados los grandes roleos que habitualmente rematan ese sector; todo se eleva sobre una banco que determina el escaso movimiento del conjunto, es ahí donde podemos constatar la calidad poco común de la talla; hay en dicha parte un busto de Santo Domingo leyendo un libro rodeado por una guarda de pequeños cubos rehundidos en el centro igual a las que ya hemos señalado en la fachada, el citado relieve está dentro de una tarja de roleos acartonados sostenida por dos ángeles desnudos y de inspiración clásica, otras dos tarjas con inscripciones, se ven en los cubos que soportan algunas de las columnas, mientras que el resto de esta parte está ricamente ornato con medallas que reservan cabezas de querubines, orlas vegetales, pájaros, etc. Todo ello con policromía y de un gusto muy depurado.
La pieza más notable del conjunto es el púlpito que se puede considerar sin ambages como el más importante ejemplar del estilo manierista en América, su planta es hexagonal y está fijado a uno de los pilares del arco triunfal que separa la nave del presbiterio , por lo cual se han trabajado cinco caras de la tribuna y en cada una de ellas hay otras tantas figuras de bulto, cortadas un poco más debajo de la cintura y dentro de cajas separadas por cartones, dichas esculturas representan una a Cristo en Majestad, bendicente y sosteniendo el orbe y los Arcángeles las otras con las cuales se organizan un conjunto de excepcional iconografía.
Un pormenor de la taza nos permite ver la bellísima figura de San Rafael con las manos puestas en oración, su túnica totalmente dorada y sembrada de pequeños motivos esgrafiados de acuerdo al modo de policromar muy difundido en la imaginación española del siglo XVI, le sigue la de San Gabriel que con la mano derecha en alto indica el cielo, un casquete a gajos termina la tribuna por la parte inferior y todo el conjunto está sostenido por una fina columna abalaustrada, elemento este poco usada en el Perú , el tornavoz y la taza están unidos por un dosel donde aparece el busto de un Santo Obispo bendicente, de tal volumen y desarrollo que cuesta imaginar cómo el predicador podía cumplir con su cometido; la ornamentación del púlpito es idéntica a la del retablo mayor i similar a la de la fachada, pues en ellos aparecen los mismos cartones los tan curiosos motivos dentados, las gradas de pequeños cubos, las tarjas con roleos acartonados, agallones follaje y festones.

Respecto de las demás obras que completan el mobiliario litúrgico, poco nos informan, pero sin embargo es posible comprobar la existencia de dos retablos en al parte del presbiterio a ambos lados del altar mayor y otros tantos en el muro de la derecha(mirando hacia la puerta)y en la parte destinada a los fieles, poco se puede decir de ellos a excepción de uno de los citados en primer término, que pareciera ser de muy buena factura y de la misma época que el principal, se constata una escasa pintura, policrómica, tan solo en los lienzos que tienen un valor valioso que proceden de las escuela de bellas artes del Cuzco, más por el contrario se ve la pintura generalizada a base de oro líquido todos los retablos, púlpito; de igual modo se observan una serie de imágenes a los lados de la entrada, cuenta con unas campanas de extraordinario sonido que alcanza kilómetros de diámetro, la estructura de la obra está a base de piedras de naturaleza ígnea, impregnadas o sentadas en calicanto, mortero equivalente al concreto en el día de hoy, que soportó intacto una serie de movimientos sísmicos especialmente de la década 40.

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